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  • Foto del escritorMaii Kisz

Fue un chiste


Se pone de cara a la pared. La mira un instante. Se concentra. Calcula con calma donde apoyar su piel para no rasparse con el cemento mal lijado. Una vez elegido el lugar, cierra los ojos, los tapa con el antebrazo y deja caer con fuerza el peso de su cuerpo hacia adelante. Cuenta moviendo los labios. Deja salir el sonido sólo en los múltiplos de 5. Llega hasta el 20. Ese fue el acuerdo: 20.


“¡Listos o no ahí voy!”, grita con la energía necesaria para que la escuchen desde cualquier escondite. Sale en la búsqueda. Intenta prender la luz. Alguien la apagó. Fue un chiste. Ella no se ríe. Es de noche. Busca el interruptor a ciegas. Tantea estirando los brazos lo más lejos que puede. Avanza lenta. Insegura. No ve que en el piso está el autito azul de su hermano y con el pie izquierdo pisa el techo del juguete. No lo aplasta. No lo rompe. Resbala. Patina. Se cae y su cabeza golpea contra el borde de la mesa. Silencio.


Texto escrito para la Revista Creo

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