Quiero contarte que acá estoy tranquila. Me amigué con el silencio y curé mis heridas con la sal de mis ojos.
Hay nubes, ahora.
Hay sueños, ahora.
Hay un bosque incipiente y una puja de brotes verdes deseosos de sol.
Te cuento.
Quiero
contarte.
Que por suerte se secó la planta de jazmím y que ya no queda nada de ese blanco, puro, dulce y delicado ser que algún día tuvo frío en la intemperie.
En cambio, planté un malvón y espero deseosa que sea rojo, espeso, áspero y firme como mis dedos cuando pasaron por el momento que ninguno de los dos hubiera deseado vivir.
Quiero contarte. Y no te cuento. En realidad te hablo de flores. Evito reproches. Porque entendí. Aprendí. Y ya no quiero contarte.
Escribo y guardo.
Acumulo
papeles
en el piso
la mesada
la mesita de luz.
Papeles y lugares.
Refugios.
Propios.
Deseados.
Un cuerpo.
Mio.
Que sabe que cuando alguien sana sus heridas sola ya no necesita contarle cosas a alguien que no pregunta. Nunca. En dos años.
En realidad, lo que quiero contarte es que descubrí que el amor también nace en mi cuerpo. Si yo quiero. Cuando yo quiero.
Pero no creo que te importe.
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Una carta desde un lugar perfecto. 🌱🍄
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La imagen es de @luttess.